Texto del Capítulo 6 de "Pensar los medios en la era digital"

¿SER O NO SER TELEVISIÓN? LOS DESAFÍOS
DE LA TV DIGITAL
LA MIRADA DEL BROADCASTER

Mateo Gómez Ortega

En el momento de escribir estas líneas, la Televisión está definiendo
el cambio tecnológico más importante desde su creación: el
paso del modo analógico de transmisión al modo digital. La televisión
digital implica nuevas estéticas, nuevos receptores, nuevos contenidos
y convergencia de formatos, nuevas redes y servicios, nuevas
formas de producción. Pero además, la televisión digital implica la
pérdida de la hegemonía en la creación de contenidos y la redefinición
del concepto de audiencia. El cambio es tan profundo que avala
el tenor de la pregunta: televisión digital, ¿es televisión?
La televisión, cuya primera emisión en Argentina la realiza Canal
7 en 1951, va a convertirse en pocas décadas en el medio de difusión
masiva más importante. En sus inicios, la forma de distribución excluyente
fue la “televisión por aire”, más recientemente se sumaron
el cable y el satélite. Es una televisión que remite al hogar y la familia,
el aparato receptor es el “televisor” y el contenido emitido es un producto
audiovisual. Televisión es broadcast: un productor-emisor y un
público receptor. La TV digital modifica todas estas características.
¿Qué quiere decir “televisión digital”? ¿Cuáles son los desafíos para
los canales y en particular para la Televisión pública? ¿Cómo se com-
plementan las distintas formas de distribución? ¿Qué relación tiene
la posibilidad de participación de la ciudadanía en la producción de
discursos audiovisuales con la democratización de la sociedad?
La respuesta a estas preguntas no puede darse fuera de un contexto
político puesto que está en juego un instrumento central para
la democracia y la difusión de la cultura. La recíproca es válida, la
visión política respecto de los medios de comunicación no puede
abstraerse de los cambios tecnológicos que están signando el cambio
de época del que somos contemporáneos.
El proyecto de Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual
presentado al Congreso de la Nación establece la visión política. Por
su parte, la decisión de la adopción de la norma digital de transmisión
terrestre Japonesa-Brasilera define la orientación tecnológica.

La distribución de la TV

Desde aquella primera emisión que hiciera Canal 7 en 1951, la
“televisión por aire” es sinónimo de televisión abierta, libre y gratuita.
La radiodifusión terrestre en modo analógico de aquel entonces,
que sigue vigente hoy, ya no puede ofrecer la calidad que se espera
de un medio audiovisual. Ha llegado el momento para la Argentina
de pasar a un modo digital de transmisión. La tecnología digital permitirá
que la televisión por aire se vea con la mejor calidad de imagen,
incluso con contenidos en “alta definición” y que se expanda la
posibilidad de recepción a los celulares y dispositivos portátiles.
La televisión por aire hace uso del espacio radioeléctrico. El espacio
radioeléctrico es un recurso natural, físicamente limitado y crecientemente
demandado. Es por ello que el Estado regula su utilización,
en procura de un reparto eficiente y democrático. La TV
digital posibilita un extraordinario ahorro de espacio radioeléctrico:
con los mismos recursos con que se emite un canal analógico es posible
transmitir cuatro en el modo digital.
Retomando la historia, la televisión sumó luego dos formas de
distribución de sus contenidos: el cable y el satélite. En Argentina,

el cable se desarrolló con gran rapidez en las zonas urbanas con un
nivel de penetración superior al de la mayoría de los países de la
región.
Tanto la televisión por aire como por cable requieren de una infraestructura
que sólo se justifica en zonas urbanas. El satélite ofrece
una alternativa para el resto de la población que vive en zonas
semi-rurales o rurales. Un satélite, orbitando a treinta y seis mil
kilómetros de la Tierra, ilumina toda la superficie de la República
Argentina, posibilitando que cualquier ciudadano o institución pueda
recibir contenidos televisivos desde cualquier punto de la vasta
geografía de nuestro país.
En los últimos quince años se ha producido una revolución en
las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) a partir del
desarrollo de la informática y las redes, de la mano del desarrollo
de la microelectrónica, la fibra óptica y los satélites. La televisión, al
convertirse en un producto digital, también incursiona en Internet.
La posibilidad de ver televisión en tiempo real por Internet es todavía
experimental, se trata de una red que no fue diseñada para
el broadcasting sino para la acumulación e intercambio. Internet le
aporta esa nueva dimensión a la Televisión. A través de Internet es
posible almacenar los contenidos televisivos emitidos y ponerlos a
disposición del público que será quien decide cómo, cuándo y dónde
ver qué contenidos. Los podrá ver una y otra vez, compartir la
experiencia, sumarle material complementario, crear sus propias
producciones a partir de éstos. Todo este movimiento traza la cartografía
de un nuevo tipo de audiencia que ya no sólo hace uso, sino
que se apropia de los contenidos.
Aire, cable, satélite e Internet son modos complementarios de
distribución y todos contribuyen a que la mayor difusión de los más
diversos contenidos culturales y educativos sea posible.

Un nuevo actor

En la distribución digital de televisión (sea por aire, cable o satélite)
del lado del usuario aparece un nuevo actor.

La recepción de televisión requiere de un receptor y un sintonizador
que, en la modalidad actual, están incorporados dentro del
televisor. El primero transforma la señal de radio en señal de video,
el segundo permite la selección del canal. En el modo analógico de
recepción, la señal que llega al televisor (sea por aire o por cable)
es una radiofrecuencia que transporta en forma directa la señal de
televisión. La radiofrecuencia es análoga a la señal de video y audio.
Cualquier distorsión en la radiofrecuencia se traslada a la señal de
video y por lo tanto a la pantalla. De allí los clásicos “fantasmas”, o
“la señal borrosa”…
La televisión digital requiere un receptor y sintonizador distinto
al analógico. Por ello, y hasta que los televisores lo incorporen dentro,
estas dos funciones las asume un dispositivo externo, que permitirá
ver la nueva televisión en el viejo aparato. Pero con un importante
cambio. La señal recibida ya no es análoga a la señal de video.
La señal recibida es información –datos convenientemente codificados– que
describe la señal de video. El receptor digital cuenta con una computadora
incorporada que procesa esta información, la decodifica y crea
la imagen de video y audio que luego transfiere al televisor.
El dispositivo externo al televisor tiene, entonces, tres funciones
básicas: receptor, sintonizador y decodificador. Esta última es la función
más delicada y relevante. Por ello, al nuevo actor se lo conoce
como el “decodificador” o el “deco”. En la jerga anglosajona, como
finalmente se trata de un aparato que hace muchas cosas, se lo conoce
como el “set-top-box” (STB).
Este nuevo actor, capaz de crear video en tiempo real gracias a su
capacidad de cómputo y a la maravilla que logran los algoritmos matemáticos,
construye una imagen perfecta a partir de los datos recibidos
que sólo tiene que viajar los 60 cm. por el cable que lo une con
la tele. Por ello, en el mundo digital, la imagen que logra la TV por
aire es tan buena o mejor que la que logran el cable y/o el satélite.
Este nuevo dispositivo, que tiene las dimensiones de un reproductor
de DVD, es necesario toda vez que se recibe TV en forma digital. En
Argentina, los usuarios de aquellas empresas de cable que ofrecen
televisión digital o los usuarios de la TV satelital ya lo conocen.

La norma digital

La forma de codificar y comprimir el video en la emisión determinará
el tipo de decodificador (STB) necesario en el hogar. Las empresas
de cable han adoptado en general la norma NTSC mientras que
en la televisión satelital la norma más utilizada es la europea DVB-S.
Para la televisión por aire, estando en juego la televisión libre,
abierta y gratuita, y estando en juego la utilización del espacio radioeléctrico,
en Argentina, como en todo el mundo, el Estado interviene
estableciendo normas y estándares de utilización.
El estándar de transmisión digital adoptado por Argentina es la
ISDB-T de Japón con los agregados que le incorporó Brasil, que será
ajustado a las necesidades específicas de nuestro país dando lugar
así al “Sistema Argentino de Televisión Digital Terrestre”, SATVD-T.
Se espera que la gran mayoría de los países de la región acompañen
la decisión, como ya lo hizo Perú y próximamente lo hará Chile.
Desde el Sistema Nacional de Medios Públicos (hoy Radio y
Televisión Argentina) se pilotearon las pruebas de la norma y los
resultados fueron todos satisfactorios.
La principal diferencia de la norma Brasilero-Japonesa respecto de
sus antecesores, la ATSC (Estados Unidos) y la DVB (Europa), es en lo
referente a cómo llevar la señal de televisión al celular. Con ISDB-T, los
canales de televisión no requieren antenas ni equipamiento específico
para el celular. Desde la misma antena que se emite para el hogar se genera
una señal diferenciada para los dispositivos portátiles y móviles.
Los teléfonos, dentro de muy poco, agregarán la posibilidad de recibir
TV como una funcionalidad adicional a la de sacar fotos o reproducir
música MP3. Se trata de una facilidad del aparato y no de la compañía
prestadora del servicio telefónico. El celular contará con un receptordecodificador
incorporado y el usuario podrá captar señales de TV sin
tener que tributar a la empresa que le presta el servicio telefónico.
El SATVD-T prevé además la posibilidad de que cada canal de televisión
emita contenidos en alta definición y también la generación
de un canal de datos.

La TV en alta definición cambia por completo el criterio estético
de la televisión al reformular la relación de aspecto, la relación entre
el largo y ancho de la pantalla que pasa de 4:3 a 16:9 asemejándose
a la proporción de la pantalla cinematográfica.
El canal de datos puede brindar el subtitulado de una película o
algunos otros servicios (condiciones del tiempo, avenidas, próximos
estrenos, etc.). Esta nueva posibilidad le agrega a la televisión la dimensión
interactiva que estará a cargo del nuevo actor, el decodificador
o set-top-box. El control remoto tendrá funciones comparables con
el ratón (mouse) de la computadora.

La TV pública

La TV pública en Argentina, a partir del impulso inconmensurable
que significó el lanzamiento de Canal Encuentro y la consistente
articulación de políticas que se vienen sosteniendo desde el Sistema
Nacional de Medios Públicos (SNMP) (hoy Radio y Televisión
Argentina (RTA)) con todas las áreas de gobierno, el Instituto de
Cine y Artes Audiovisuales (INCAA), Universidades y otros organismos
públicos y privados, está en condiciones de liderar el desafío
que supone el desembarco de la TV digital.
El momento político de toda América Latina ha sido propicio
para compartir visión, experiencia y producciones con las televisoras
públicas de otros países, conformando un movimiento continental
que muy probablemente se extienda en el consenso de la norma
digital a adoptar.
La visión del SNMP (hoy RTA) con relación a la distribución de
televisión consiste en articular la emisión terrestre con la satelital y
llegar así con un grupo de señales públicas a todos los hogares del
país en modo digital: por aire en las zonas urbanas, por satélite a las
zonas semi-rurales y rurales.
La TV pública tiene que mirar el futuro a la vez que asume responsabilidades
respecto a la memoria colectiva. Desde el SNMP
(hoy RTA) se ha iniciado el proceso de digitalización de los archivos

históricos. Durante dos años, un equipo ha estudiado las condiciones
requeridas para la preservación digital de archivos y su catalogación.
Para poder poner a disposición de todos este capital cultural
se recurrirá a la Web.
El SNMP (hoy RTA) ha rediseñado completamente su plataforma
Web. Los contenidos actuales e históricos se pondrán a disposición
del público e investigadores. Internet posibilita la articulación
entre la radio y la televisión, dotando al audio y al video de materiales
complementarios, sean estos textos, imágenes, otros audios
u otros videos. Se espera que este material complementario sea la
emergencia de una nueva forma de participación y por consiguiente
la redefinición del concepto de audiencia. Los distintos colectivos y
las redes sociales estarán en condiciones ya no solamente de utilizar
aquellos contenidos audiovisuales, sino de apropiarse de ellos.

Televisión digital y TIC

En el mundo digital, texto, imagen, audio o video son todos elementos
de un mismo alfabeto.
La TV digital implica el desembarco de este medio en el territorio
de las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC),
artífices del cambio de época del que somos contemporáneos. No
son territorios vírgenes, allí ya están cómodamente instalados la radio,
los diarios, el libro, la música y la fotografía. Todos han cedido
a la magia y la potencia comunicacional de las TIC.
¿Qué son las TIC?, ¿Qué es lo singular y revolucionario en
ellas?
Los ingredientes de las TIC son conocidos: la tecnología informática,
la potencia siempre creciente de la microelectrónica con el
poder configurativo que proveen las redes globales y las plataformas
software.
La computadora –el computer– fue concebida en sus orígenes
como la “business machine” (IBM), una máquina para procesar datos
numéricos. Fue necesario que transcurrieran algunas décadas para

des-ocultar la verdadera implicancia de esta nueva tecnología: la creación
de un nuevo alfabeto, un nuevo orden para el lenguaje.
Los dispositivos (ya no sólo las computadoras) adquieren la capacidad
del lenguaje al ser capaces de interpretar información compleja
convenientemente codificada y realizar operaciones que, con
el correr de los años, se fueron diversificando mucho más allá de las
operaciones matemáticas básicas de origen.
Así como el ser humano se distingue del resto de los animales
por la complejidad de sus lenguajes, los dispositivos que incorporan
la capacidad del lenguaje constituyen una nueva generación con un
salto abismal respecto de sus predecesoras. Compárese el teléfono
de la línea fija con un celular, el viejo torno mecánico con un moderno
torno numérico, el viejo editor-lineal de video con los editoresno-
lineales actuales.
Lo nuevo en la historia de la humanidad es la emergencia de una
generación de máquinas que cuentan con la capacidad de interpretar
lenguajes textuales.
Durante milenios, la técnica utilizó innumerables recursos para
que las máquinas tuvieran sensores y controladores que permitieran
su regulación frente a estímulos. Se ha recurrido a las más variadas e
imaginativas formas de implementarlos recurriendo a la física de los
materiales, la química o la termodinámica –por nombrar sólo algunas–
que resultan a la distancia precarios lenguajes de señas frente a
la riqueza y ductilidad con que la actual generación de dispositivos
alcanza nuevos alfabetos, nuevos códigos y nuevas capacidades de
realizar computaciones sobre éstos.
La base del nuevo lenguaje lo conforma el conjunto finito de instrucciones
de máquina que posibilitan que los dispositivos sean capaces
de interpretar un nuevo alfabeto. Este nuevo alfabeto codifica de
modo uniforme texto, audio, imágenes y video, directamente vinculado
a los sentidos privilegiados de nuestra cultura: la vista y el oído.
Todos ellos son convertidos en información, en elementos discretos
representados por números que la base binaria de las computadoras
nos lleva a denominar “productos digitales”.

La potencia de cómputo creciente, la miniaturización de los dispositivos
y el desarrollo de las matemáticas posibilitaron que uno
a uno –los textos escritos, el audio, la imagen y el video– se fueran
sumando al mundo digital, transformándose en productos digitales.
Por cierto, la migración al mundo digital alcanza niveles masivos de
adopción sólo cuando se desarrolla el mercado de aquellos dispositivos
que son capaces de realizar la operación inversa: que pueda
convertir los datos codificados en elementos perceptibles para nuestros
sentidos, por ejemplo el reproductor de DVD, los reproductores
MP3, las cámaras de fotos o videos digitales o los reproductores de
libros electrónicos, que nos devuelven aquella imagen o video que
fuera transformada en datos, en números ajustados a un código. A
ellos, ahora se suma el set-top-box para la decodificación de señales
de televisión.
Para que los contenidos televisivos ingresaran a este nuevo mundo
–al mundo digital–, hubo que esperar a la creación de complejísimos
algoritmos matemáticos para reducir la cantidad de información
necesaria para describir y reproducir un video con calidad
profesional. En efecto, las tasas de compresión que logran los algoritmos
matemáticos, hacen posible codificar, transmitir y decodificar
una señal televisiva en tiempo real. En la actualidad, gracias a la sofisticación
matemática alcanzada, la señal televisiva transformada en
un producto digital se transporta y almacena en una forma aún más
eficiente y efectiva que en la forma analógica tradicional, lo cual es
especialmente importante cuando se trata de transmitir contenidos
haciendo uso de un recurso natural tan importante y limitado como
es el espectro radioeléctrico.
La infraestructura informática posibilita el tratamiento, almacenamiento,
copia y reproducción de los diversos productos digitales
en forma uniforme. La microelectrónica y la miniaturización posibilitaron
que los dispositivos portadores de estas nuevas capacidades
fueran cada vez más pequeños. Piénsese en la computadora que hay
dentro de un teléfono celular, el tamaño de los reproductores de
música mp3, los microdispositivos que hoy se utilizan en medicina y
que es posible implantar dentro del cuerpo humano.

Para seguir pensando

Probablemente el alfabeto sea el principal legado tecnológico de
los griegos, 2.300 años atrás. El lenguaje escrito tuvo que esperar
más de dieciocho siglos para difundirse masivamente a partir de
la imprenta. Las nuevas tecnologías no son la mera evolución de la
imprenta sino la evolución del alfabeto mismo. En los nuevos lenguajes,
el texto ha perdido la hegemonía que ahora comparte con
el audio, la imagen y el video. En los nuevos territorios, el lenguaje
configura hipertextos, donde la lectura ya no es lineal y secuencial.
El fenómeno de la Televisión digital nos resulta aún borroso en
todas sus implicaciones, pero resulta perceptible la emergencia de
un nuevo paradigma.
La confluencia de las redes de distribución de televisión digital
(aire, cable y satélite) con Internet configura la trama de nuevos
espacios, los territorios digitales. El software es la argamasa de los
territorios digitales, es el elemento configurante, el posibilitador de
que en dichos espacios se pueda pensar, producir y sentir. En los territorios
digitales emerge una nueva cultura.

Fuente: http://www.tvpublica.com.ar/tvpublica/articulo?id=2235